Los 10 Mandamientos de las escrituras y según Fernando
Savater
En
la biblia Dios estableció como 7mo mandamiento el “No Robaras”. Dios no aprueba
en ningún caso el robar, pues él como padre celestial nos deja claro que el
hurtar los bienes del prójimo trae consecuencias en esta vida y después de la
muerte.
La
biblia tiene ejemplo de hombres que practicaban el robo, dos de ellos se
encontraban al lado de Jesús cuando lo crucificaron, uno estaba a la mano
derecha y el otro a la mano izquierda del hijo de Dios, ambos estaban siendo
juzgados por sus delitos, ellos mismos admitieron que recibían lo que sus
hechos merecían.
Desde
tiempos antiguos el robo era visto como un delito penado por la ley, y aún
sigue siendo así en las leyes terrenales, las cuales en algunos casos están acordes
con los mandamientos de Dios. El robar es desaprobado por Dios al igual que por
la justicia terrenal.
Savater
al inicio de su discurso manifiesta que este mandamiento es un buen precepto, sin
embargo levanta una fuerte crítica al hecho de no haber dado precisiones con
respecto a que significa para Dios la palabra “Robar” lo que resulta negativo
en dicho mandamiento.
Savater
explica que al principio el robar se enfocaba en lo que hoy conocemos como
secuestro, o sea “robar almas”, y después se fue extendiendo al robo de los
bienes.
También
plantea una interrogante, ¿Podrá haber robos justificados?, pues existen padres
de familia que roban sólo por la imperiosa necesidad de llevar alimentos a sus
hijos.
Desde
mi perspectiva considero que el robar, engloba el hurto de cualquier bien o
persona que no nos pertenece, robar algo de poco valor es igual que robar una
fortuna.
No justifico
que una persona le quite a otra algo para beneficio o necesidad propia o de su
familia, creo que de no conseguir un trabajo, se deberían buscar otras
alternativas, como por ejemplo vender algún producto de manera informal o en
situaciones muy extremas pedir la caridad de otras personas con mejor
estabilidad económica.
Si no
se enseña a los niños de pequeños a no robar, no tomar aquellas cosas que no
les pertenece, o no se castiga este delito, el mundo empeoraría más, aún, es
imposible tachar este mandamiento tan importante, pues es la garantía del
respeto hacia los bienes ajenos.
Si recorremos la antigüedad, veremos el robo permitido y recompensado en todas las repúblicas de Grecia; Esparta o Lacedemonia lo favorecían abiertamente; algunos otros pueblos lo consideraron una virtud guerrera; es un hecho que mantiene el coraje, la fuerza, la destreza, todas las virtudes, en pocas palabras, que son útiles para un gobierno republicano y por lo tanto para el nuestro. Me atreveré a preguntar, sin parcialidad ahora, si el robo, cuyo efecto es igualar las riquezas, constituye un gran mal en un gobierno cuya meta es la igualdad. No, sin duda; pues, si por una parte mantiene la igualdad, por la otra hace al hombre más esmerado en la conservación de su bien. Hubo un pueblo que castigaba no al ladrón sino a quien se había dejado robar, a fin de enseñarle a cuidar sus bienes. Esto nos lleva a reflexiones más vastas.
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